viernes, 29 de abril de 2011

Mi última salida de la ciudad por motivos de trabajo fue a Toluca. Debo mencionar que fue breve pero de mucho aprendizaje. No me refiero al aprendizaje de índole laboral, sino humana. Pocas veces conoces a personas que tienen tanto conocimiento y experiencia que su plática se hace tan amena que pueden pasar horas y horas y quieres conectarte a su cerebro para que te pase sus ideas.
Así conocí a la mujer X, ella me puso a pensar si realmente el conocimiento que transmito todos los días a mis usuarios lo hago de la mejor manera. Bueno debo mencionar que la mujer X ha sido consultora por más de veinte años por lo cual ha pasado por muchas empresas y ha aprendido técnicas de transmisión de información. Y quiero que sepan que el que tengas mucho tiempo haciendo lo mismo no quiere decir que tengas experiencia en eso. La prueba está en que conozco gente que lleva un año de práctica que repite por diez años y ha eso le llama “diez años de experiencia”.
Uno de los temas que charlamos y que en algún momento de mi vida lo vi en la escuela, es con respecto a que todas las personas caemos en una de las tres clasificaciones, podemos ser visuales, auditivos o kinestésicos. El caso es que no estoy identificando como es mi usuario, tal vez es auditivo y yo le estoy haciendo dibujos o diagramas, o sea kinestésico y solo le platico como se hace tal proceso y no le dejo practicar. Este método de identificación puede aplicarse en las relaciones con las personas a tú alrededor, tu novio, jefe, familiares, amigos y compañeros de trabajo.
El caso que se me hizo muy gracioso fue el ejemplo que me dio. Imaginen un matrimonio, donde la esposa que es visual (las personas visuales tratan verse siempre muy bien) y el marido kinestésico (este tipo de personas no les importa la apariencia, mientras se sientan cómodos, son felices).
La escena es la siguiente: el marido está por llegar y la esposa se esmera por tener la casa limpia, la cena lista, ella muy arreglada usando zapatos de tacón, ropa linda y perfumándose para su marido. Mientras ella esta terminándose de arreglar llega el marido kinestésico aventando los zapatos, quitándose la ropa y tirándola al piso, se dirige hacia el refrigerador toma un pan y lo embarra de mayonesa, se sirve una cerveza, va a la sala a prender la televisión, se sienta y sube los pies a la mesa de centro. La esposa al bajar y mirarlo grita de horror por todo lo que hizo y él voltea a verla con asombro pensando que puede estar mal.
Nos da risa pero la verdad es que las personas visuales (me considero visual) queremos que nos vean todo lo que hemos hecho o en que hemos cambiado y no todos somos así. Hay que analizar muy bien a las personas para saber cómo llegarles, como convencerlos, como capacitarlos (algo que de ahora en adelante tomare en cuenta).
Descubrí algo de mi jefe, él es auditivo, por más que yo le enseñe carpetas de trabajo y le mande correos, no me hace caso, a él le gusta más escucharlo de propia voz. Ahora me pondré a analizar a mi esposito para ver como es. ¡Que divertido!